Sin duda, que a medida que reconocemos la impronta que dejó en nuestra vida los valores que intangiblemente se fueron incrustando en esos corazones juveniles como cadetes navales, lealtad, honor, amor a la patria, etc, más apreciamos la amistad de quienes compartimos esos mismos valores, quizás sin tener conciencia clara de ello. Pero resulta fácil y fluido reconectar la memoria y recuperar una conversión después de 40 años, sintiendo confianza, alegría y cariño mutuo. Nos gratifica, nos queda un sentimiento de gratitud, de sentir que partes de nuestras raíces son también las raíces de otros árboles, unos más grandes, mas guatones o larguiruchos, pero todos árboles con olor a mar, con sabor salino, con piel escamosa y templados por el rigor de innumerables plantones 10, penecas o sin postre. Por lo menos yo, quedo feliz por asistir a las reuniones, a veces en 4 horas no alcanzo a conversar con todos pero igual comparto la yota, el cuento o un recuerdo.
Pedro Cárdenas