LA HORA DEL NAVEGANTE
Autor: Manuel José Del Valle
Navegante
El sol se acaba de poner bajo el horizonte y hemos obtenido el error de giro al ocaso, dejamos la HO 71 en el estante y echamos una última mirada al diagrama estelar que durante la tarde fue preparado por nuestro buen y fiel Maestre de Navegación, ha comenzado la Hora del Navegante.
Mientras esperamos que la luz se disipe un poco más, compartimos con ese Viejo Lobo y partner que es nuestro Maestre algunas situaciones del día o cosas propias del cargo o bien pasamos desde la sala de cartas al Puente y comentamos algun tema con el Oficial de Guardia, el que de reojo mira el sextante que llevo en mi mano derecha y que con tanta delicadesa saque de su caja de madera cubierta interiormente con felpa y al que trato con la misma suavidad de la mujer de mis sueños.
La luz ha caído un poco más y es el momento de salir al alerón acompañado por el fiel Maestre, quien libreta y cronógrafo en mano estará pronto a registrar esos top que les dictaré en medio de un patache de estrellas y en ese dialogo interminable entre el Piloto Navegante y la boveda celeste que nos muestra la inmensidad de Dios.
La luz se ha disipado un poco más y poco a poco comienzan a aparecer en las alturas los primeros astros y después las constelaciones, muchas de las cuales ya son muy panizas y amigas de todas las tardes, por lo que no es necesario recurrir al diagrama estelar pero el que si hay que tener presente en el caso de que algunas nubes perturben nuestro dialogo con el firmamento y tener que recurrir a otros indicadores celestiales y teniendo muy presente que las primeras deben ser las de azimutes orientales ya que ese horizonte se nos esfumará más luego para después con toda calma seguir con las estrellas que el sextante bajará hacia el horizonte del poniente.
En el intertanto el buque ya ha detenido su trajin diario y se prepara para el rancho y buen descanso, la tertulia y la película o bien se preparan los ejercicios y operaciones nocturnas, pero el Navegante impertérrito continua con su dialogo Astral.
Bajados los astros y con la tranquilidad de ese romántico momento, retornamos a la sala de cartas y comenzamos a resolver y transformar esos datos de astros, tiempo, pulso y ojo en una posición geográfica.
Bajados los astros y con la tranquilidad de ese romántico momento, retornamos a la sala de cartas y comenzamos a resolver y transformar esos datos de astros, tiempo, pulso y ojo en una posición geográfica.
Tomamos las tablas y almanaque que al abrirlas nos invaden con su olor de vetustez, humedad y muchas millas y que de algun modo nos trasladan a las largas horas en la Biblioteca del SHOA y que en nuestros tiempos era el IHA y que tenian el mismo olor o también a los cálculos en la Esmeralda y a las clases de Navegación e Hidrografia en la Escuela Naval en que tanto el Guata Piñeiro como el EGN nos llevaban a viajes imaginarios por los distintos mares y oceanos del mundo, inhalando ese olor que desprendian las tablas 214 o 229.
Terminados los calculos y llevados a la carta, fix perfecto, el Conde D’Alessio debe estar muy contento.
Bajo donde el Comandante y le entrego el reporte de la posición y las sugerencias de las correcciones a efectuar en la navegación y la planificación para la navegación nocturna ante lo cual el me mira y de alguna forma nos dice con sus ojos un bien hecho, para pronto darnos ciertas instrucciones que deberemos plasmar en el Libro de Ordenes para la Noche a los Oficiales de Guardia.
Regresamos al Puente y Sala de Cartas y ordenamos y trincamos todo para irnos a arranchar y al entrar a la Cámara de Oficiales, todos nos miran como preguntandonos , y…??, mientras siguen con sus tertulias y chascarros.
Comemos normalmente solos y la comida un poco fría, dependiendo de la hora a veces coincidimos con los salientes de Guardia de Perro de 18 a 20.
En el exterior ya la oscuridad ha invadido el entorno en el que navegamos y la boveda celeste se ha abierto en toda su magnitud, la hora del Navegante ha llegado a su fin, comemos rápido y nos integramos a la tertulia y Camaraderia del resto de la Cámara con la satisfacción del deber cumplido y de darles a todos la tranquilidad de que vamos bien en la ruta que nos lleva a buen puerto.