21 agosto 2020

El Marino

 Haber sido Marino no es producto de la casualidad.

Debe gustarte el orden, la disciplina y la aventura.
Ser Marino, no es sinónimo de riqueza. Es sinónimo de vivir una vida con lo necesario, aún cuando eso incluye a tu familia.
Para ser Marino, debe comprenderse que nada vendrá fácil ni gratis.
Antes de marchar, debes aprender a caminar bién. Antes de caminar, debes ganartelo corriendo.
Antes de mandar, debes aprender a obedecer.
El Marino es fácil de reconocer.
Es el que camina recto, aun viejo intentando que su pecho sobresalga de su vientre.
Es el que cede su asiento donde esté.
Es el que abre la puerta.
Es el que llega temprano a las citas.
Es el que llega bien vestido con ropa que pasó de moda hace 4 años (acostumbrado a su uniforme, su vestimenta civil pasa a segundo plano).
Es el que come lo que se le sirva.
Es el que se duerme de ultimo y se levanta primero.
Es el que se para firme cuando se canta el himno o en presencia de la bandera. Es el que se enoja cuando se le falta el respeto a los símbolos patrios.
El Marino no es necesariamente un hombre en uniforme, con la cara camuflada y empuñando el fusil.
Comprende también a las mujeres y hombres que apoyan el funcionamiento de su Armada desde un puesto administrativo, prestos a saltar y defender el honor de su país.
El Marino es todo aquel que, habiéndose puesto un uniforme militar algún día, quedó enamorado del rigor y la disciplina y, aún en otra rama profesional, se emociona al ver Marinos marchar y vuelve a sentirse joven.
.
Anónimo de algún buen Marino